Tetsuo. The iron man.

 

En un post anterior os hacía una referencia a “Tetsuo, the iron man“, una película japonesa de temática cyberpunk y muy, muy underground.

Pero primero os pondré en antecedentes.

Que soy un trastornado de Blade Runner es sabido a gritos. La magistral película de Ridley Scott me dejó todos los tornillos sueltos. Su historia, su ambientación, y sobre todo su fotografía supuso un punto de inflexión en mi manera de ver el mundo en el que vivo, y el que está por venir. Por aquel entonces se acuñaba como “Neo-noir”, por que todavía no había llegado William Gibson para acuñar el termino Cyberpunk con su magistral novela Neuromante, (aunque personalmente creo que la poco reconocida trilogia de “Cuando falla la gravedad” de George Alec Effinger le la una vuelta de tuerca al genero que no ha sido reconocida como se merece).

Pero no meemos fuera de tiesto.
Por aquel entonces me fascinaba el reflejo de la luz de los neones en los charcos de lluvia atravesada por el vapor.

Hasta que llegó Tetsuo. No sé que me llevó a ver esta película en una sesión golfa en el cine, pero cuando salí de él, una llaga se me había abierto, y no volvería a cerrarse nunca. Si Blade Runner me había dejado los tornillos sueltos, Tetsuo me los engrasó y me los apretó hasta hacerme saltar la tapa de los sesos.

Llegados este punto os preguntaréis por que estoy hablando es esta película en un blog de fotografía. Pues precisamente por eso. Por la fotografía.

“Tetsuo, the iron man”, de Shinya Tsukamoto, es una película de 1989.
Algunos la consideran como una película de horror y mal rollo. Vamos a ver, si quieres ver mal rollo, te vas a ver Begotten (eso si que es mal rollito).
Hablamos, como os comentaba, de una película de temática cyberpunk, pero del duro. Nada de naves espaciales ni ordenadores. La fusión del hombre y el metal. Una película muy underground, rodada en blanco y negro con cámara en mano. Nada de delicadezas. Blanco y negro contrastado, crudo, con grano, y un magistral uso del stop motion.
No os voy a decir que es una delicia ver esta película. por que no lo es. (bueno, para mí si que lo es, pero yo ya estoy para que me encierren), pero desde luego es una experiencia visual verla. Obviamente también es una experiencia psicológica, intelectual, cultural y moral.  Una hora de incomodidad y desfase que vale la pena ver, para disfrutar de una fotografía oscura, opresiva y desgarradora.

Aviso: Si sois de los que llorásteis con Bambi, mejor iros a Instagram, donde todo es bonito (y mentira).

Si no es así. bienvenidos al underground.

SI os da error, probad aquí. Si no, buscadla como locos.

P.D.  Es bastante probable que se os escapen muchas cosas de la historia. Por suerte el director hizo una segunda parte: “Tetsuo, the body hammer”, que básicamente es una revisión de la primera película, en color, y en la que se entiende mejor la historia de la primera.

 

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