Corrían principios del siglo 21 (que dicho así, parece mucho), cuando un servidor se encontraba trabajando en el departamento de imagen digital de NIKON. Otro día os contaré cómo llegué ahí, por que también os vais a hechar unas risas.
La cuestión es que por esa época vivíamos los principios de la fotografía digital. Y fué en ese momento cuando, en un alarde de innovación adquirí la que sería mi primera cámara digital. Estamos hablando de la época en la que NOKIA gobernaba el sector de la telefonía móvil y estos carecían de cámaras ( y los que tenían cámara se acercaban más a la calidad de una gameboy que a la peor de las cámaras que existen hoy en el mercado).
Hecha esta pequeña introducción, la cámara que me compré, que en aquella época era lo más de la gama media, fué la Coolpix 990,
la version avanzada de la Coolpix 900, que parecia una petaca.
Valga decir que la 990 tenía un diseño, en la época, bastante revolucionario y cómodo para trabajar, al tener un punto de notación entre el bloque de la óptica y el de control.
Eso si, 3, 5 megapíxeles, una pantalla trasera minúscula, y una alimentación con 4 pilas AA, que le duraban menos que un gramo de perico en una narcosala. Menos mal que en el kit, la cámara iba acompañada de un pedazo de batería que debías ponerte en el cinturón.
Hechas las presentaciones, paso ahora a poneros en situación.
Resulta que un colega estaba saliendo con una chica cuya madre, de edad avanzada, vivía en una casa cerca de la plaza Francesc Maciá, en Barcelona.
La casa estaba formada por dos ” apartamentos” unidos, en un edificio de la época del ” Arriba España!”
Hablamos de una casa antigua, en un edificio antiguo, en una mundo antiguo.
Valga decir que la pobre señora que lo habitaba sufría de alzheimer. No es por hacer un chiste sobre esto, pero nunca llegamos a saber si la casa estaba como estaba debido a esta enfermedad, o si esa pobre mujer estaba así por vivir en esa casa.
En fin, la casa se ganó cariñosamente el apodo de “la cripta”.
En definitiva, fueron unas 12 horas haciendo fotos, iluminando con un foco halógeno, y unos 1000 disparos, de los que os muestro una selección, por el bien de vuestra salud mental.
Una sesión de viaje al fondo del kitch más salvaje.
la seguridad de la instalación eléctrica estaba a la altura d e lo que se esperaba de ella.
El reflejo en el cristal de la puerta bien podría definir mi estado mental.
Quien dijo miedo…
Cuando por fin me fui a dormir, esta fue la cama que me acogió, pero …
Esto es lo que tenia a mi lado, y que estuvo velando por mi alma toda la noche.
Como siempre, si os atrevéis, el álbum completo ( bueno, la selección), aquí.
Vaya selección! En el álbum está lo mejor ….. “ te quiero abuelo “ dicho con voz de niña poseída .
Eso si, la foto del transformador muestra que ciertamente nuestra sociedad ha avanzado hacia la modernidad. Asusta hasta verlo en foto.
Si. A mí, personalmente, la vitrina con figuritas de porcelana ya era bastante enfermizo. Pero lo del altar con la virgen mellada, y el muñequito de marinerito, que me acompañaron a la hora de dormir … Para que luego digan que la religión católica no es siniestra!