Cruzando el bosque, hay un pequeño camino de adoquines amarillos que llevan a la parte trasera de la casa de Señor Lobo. Los adoquines son de grandes proporciones, tanto, que casi hay que ir saltando de uno a otro. Será por que el Señor Lobo no acabó de entender las proporciones del Mago de Oz. Quizás por que en lugar de enanos veía albóndigas saltarinas, o por que los zapatos de Dorothy estaban rojos de tanto reventarse los pies saltando entre adoquines.