(Aviso Spoiler. Estoy muy flamenco. Ya sabéis lo que significa eso).
Hoy es uno de esos días en los que, tirando de la cuerda, he resuelto uno de los grandes misterios de España. Y de camino he descubierto el nombre cifrado para referirse a tal país: Esñapa.
Vamos por partes, antes que empiece a convertirme en un hombre de las cavernas, como William Hurt en “Viaje alucinante al fondo de la mente“, de Ken Russell. (Algo muy a la orden del día)
Cada vez que voy a algún museo del Estado (esa entidad empeñada en bajar nuestro nivel cultural), en cuanto me ven acercar la cámara a la cara, esos amables señores de calzado ortopédico que arrastran su frustrada existencia por las salas como si de fantasmas vengativos se trataran, emite un bocinazo de “¡Fotos No!”
Eso me ha pasado hoy en el Monasterio del Escorial, de la misma manera que me ha pasado en otros muchos sitios. En ese momento, uno tiende a retirar la cámara de la cara, con la misma ansiedad como si le hubieran pillado haciéndote un chino de caballo en los lavabos de un colegio de bien. (¡Pero que vulgaridad!, esos muchachos son más de ala de mosca y apalear mendigos).
Cada vez que le pregunto al “vigilante” la razón por la que no puedo hacer fotos (de verdad, no sé para qué pierdo el tiempo preguntando), la respuesta es “Es patrimonio y está prohibido”. Y punto.
Cosa que no entiendo. A ver, es patrimonio, por lo tanto es público, gestionado por el estado, con nuestros impuestos. Y resulta que puedo pagar por verlo (por que ya sabemos todos como les gusta cobrar a los museos en este país), pero no puedo hacer una foto.
Vale, tenemos el argumento de “es que el flash estropea las obras”. Normal. Si la gente hace fotos en un museo con la misma mierdacámara con la que hacen fotos en los conciertos de pop español (promocionado por otra gran mafia cultural, como es la SGAE), y usan esos flashes que se suponen que atraviesan todo un estadio de futbol para iluminar perfectamente el escenario, a costa de dejar una ristra de gente carbonizada con su potencia de 500 soles (jódete, estrella de la muerte), pues es normal que lo único que quede, después de hacer la foto, sea la sombra del cuadro, como si de las sombras de Hiroshima se tratara.
Técnicamente no es del todo cierto, como indica este estudio de la National Gallery (ya sabéis, ese inmenso muestrario de patrimonio de todo el mundo robado y expoliado, pero por el que, por lo menos, no cobran entrada), aunque los flashes de Xenon sí que son perjudiciales, o por lo meno , un poco más.
En todo caso, puedo tragar con el tema del flash. Además, y eso sí, puede resultar un tanto molesto estar viendo un cuadro, con mas fogonazos de flash que en la boda de Farruquito (si, el del atropello con homicidio, paaaaapa).
Pero es que hoy he asistido a un comentario que me ha helado la sangre. Estando en la impresionante biblioteca del Monasterio del Escorial (no hay fotos, está prohibido, porque son libros)., ha entrado una pareja joven. El chico ha sacado el móvil y ha apuntado al techo para hacer una foto. Lógico. El sitio lo merece. Justo en ese momento, el ED-209 que estaba vigilando la sala se ha activado y.. bueno, el resto es historia…
Así que el pobre chaval ha tenido que comerse el móvil, cual Silvestre con Piolín. Cuando pasaban por detrás mío, oigo al pobre muchacho que le dice a su compañera “pero si tengo el flash desactivado”, a lo que ella le contesta, “da igual, si haces una foto se estropea”…
Ahora, unos minutos musicales…
Os puedo asegurar que he estado a punto de girarme y gritarle en la cara “¡¡¡ Mirar también estropea el patrimonio!!!! ¡¡¡¡No mires!!!, al más puro estilo Michael Ironside en Scanners.
Pero bueno. Al final he comprendido que hay gente que piensa que existen cámaras que roban el alma y abren agujeros de gusano en cada destello de flash, que ni la cámara vampiro de Arrebato, de Iván Zulueta.
Pero retomando el tema del misterio. Tras investigar concienzudamente sobre el origen y milagro del por qué no se pueden hacer fotos al patrimonio nacional, he encontrado la respuesta. Y creo que tendré que pagar por ella. Literalmente.
Te prohíben hacer fotos, porque si quieres las imágenes, te compras el libro con las fotos en la tienda del museo, eso sí, a precio de pizza con mozarella del Pizza Gate. (¿Que no sabéis de que va el Pizza Gate? Pues nada, es una teoría conspiranoica que todos niegan, porque ¿esas cosas no pasan, ¿verdad?)
Bueno. En todo caso, resuelto el secreto. Es por pasta y negocio. No puedo hacer fotos de un patrimonio que ya pago con los impuestos, y que se tiene que mantener con el dinero que gasto en la tienda, por que el resto de la pasta se esnifa en los altos vuelos (del Falcon).
P.D. No leas. Lo mires los cuadros. Que se gastan. mejor ve la tele, que te gasta los sesos, pero tampoco importa mucho.
Mira que es raro en mi, pero no se que decir.y es que somos el país del Lazarillo de Tormes. Así que nos hacemos trampas hasta en el solitario.
Te entiendo perfectamente. No es que no sepas que decir, o que te hayas quedado sin palabras. Es que no vale la pena emitir ningún sonido que vaya más allá de un gruñido. Pero bueno, vivimos en un pais en que se castiga el esfuerzo, de margina la cultura y se premia la mediocridad. Que de hacer mediocres, tenemos más industria que de cerdos de bellota. Menos mal que se han montado 17 gobiernos / naciones paralelas en este “pais”. Así podemos cruzar a los mediocres de distintas zonas. por que si no, caeríamos en la endogamia de mediocres, y eso si que no hay chándal y SUV que lo disimule.